No vienen los comunistas, llega la gente honrada

Basta contemplar la cara de Esperanza Aguirre en su papel de Bruja Avería, el tic nervioso de Rajoy o la sucesión de chorradas lanzadas al aire por Albert Rivera. Si cierras los ojos y te centras en los discursos se transforman en “frikis” de los que pululan por los programas de casquería de Tele 5.
Por mi parte agradezco infinitamente la Coalición porque, en esta convocatoria electoral no voy a tener dudas. ¡Ya era hora! Los últimos procesos (andaluzas, municipales y generales del 20D) me han resultado muy ingratos, pues tenía que optar entre dos listas que deseaba fueran una sola, tal como dejaba recogido una y otra vez en los artículos publicados en el blog del Colectivo.
Las prédicas de luchar juntos cayeron en saco roto y tuvimos que votar con el sabor de la frustración en la boca. La defensa de una postura unitaria ("ninguna organización por si sola puede ser el contrapoder del Sistema", "necesitamos la unión de partidos políticos y movimientos sociales para ensanchar la brecha abierta"...) no tuvo eco.
Afortunadamente, la situación ha cambiado y al 26J el FCSM irá tensionado pero no por el desgarro interno sino por las ganas de empujar y contribuir a que fructifique la nueva realidad política que estamos construyendo entre todxs.
Llegan tiempos difíciles en los que debemos potenciar nuestros argumentos con la razón mientras nos enfundamos un chubasquero anti-insultos que ponga clarito “Nos resbalan vuestras insidias”. Tenemos que ser impermeables a las manipulaciones de los Inda de turno y no perder los nervios ante las paletadas de estiércol que los lacayos del Poder lancen. En la Historia lo hacen siempre que ven amenazados sus privilegios. Y ojalá sea la violencia verbal y el amedrentamiento las únicas armas que utilicen.
A mí si me representan Alberto, Pablo, Ada, Juantxo, Xosé Manuel, Mónica... y Julio. Lo siento por los puristas “cinco jotas” que realizan un día si y otro también la revolución por internet, pero considero que no debe gastarse mucha saliva en intentar convencerlos: como su nombre indica un “programa de mínimos” no puede ser maximalista y recoger el 100% del pensamiento propio.
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